MICROBIOLOGIA 1 - BACTERIOLOGIA - ENTEROBACTERIACEAE (MURRAY 6ed)

Enterobacteriaceae
La familia Enterobacteriaceae es el grupo más grande y heterogéneo de bacilos gramnegativos con importancia clínica. Se han descrito más de 40 géneros y cientos de especies y subespecies. Estos géneros se han clasificado en función de sus propiedades bioquímicas, estructura antigénica,
hibridación ADN-ADN y secuenciación del ARNr 16S. A pesar de la complejidad de esta familia, son relativamente pocas las especies responsables de la mayor parte de las enfermedades humanas (v. cuadro 30–1).
Las enterobacterias son microorganismos ubicuos, se encuentran de forma universal en el suelo, agua, la vegetación y también en la flora intestinal normal de muchos animales, incluso el ser humano. Producen una gran variedad de enfermedades en el ser humano, como el 30% al 35% de las bacteriemias, más del 70% de las infecciones del aparato urinario (ITU) y muchas infecciones intestinales. Algunos microorganismos (p. ej., Salmonella typhi, Shigella, Yersinia pestis) se asocian siempre a enfermedad en el ser humano, mientras que otros (p. ej., Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis) forman parte de la micro-flora comensal normal y pueden producir infecciones oportunistas. Existe un tercer grupo de enterobacterias: normalmente son microorganismos comensales, pero se pueden convertir en patógenas cuando adquieren genes con factores de virulencia presentes en plásmidos, bacteriófagos o islas de patogenicidad (p. ej., E.coliasociada a gastroenteritis). Las infecciones por enterobacterias se pueden originar de un reservorio animal (p. ej., la mayoría de Salmonella,  Yersinia), de un portador humano (p. ej., Shigella, S.tiphy) o de la diseminación endógena de los microorganismos en un paciente vulnerable (p. ej., E. coli) y pueden afectar virtualmente a todas las zonas corporales (v. figura 30–1).

Fisiología y estructura
Los miembros de la familia Enterobacteriaceae son bacilos gramnegativos de tamaño intermedio (0,3 a 1-1 a 6 m) (v. figura 30–2). Comparten un antígeno común (antígeno común enterobacteriano), pueden ser inmóviles o móviles con flagelos perítricos, y no forman esporas. Todos los miembros pueden crecer rápidamente de forma aerobia o anaerobia (anaerobios facultativos) en varios medios no selectivos (p. ej., agar sangre) y selectivos (p. ej., agar de MacConkey). La familia Enterobacteriaceae tiene unos requerimientos nutricionales sencillos: fermentan la glucosa, reducen los nitratos y son catalasa-positivos y oxida-sa-negativos. La ausencia de actividad de citocromo oxidasa es una característica importante, debido a que se puede determinar rápidamente mediante una sencilla prueba, y se utiliza para diferenciar a las enterobacterias de otros bacilos gramnegativos fermentadores y no fermentadores. Tan sólo existen algunas excepciones a esta regla (p. ej., Plesiomonas shigelloideses una especie oxidasa-posi-tiva; Klebsiella granulomatisno se puede cultivar en medios convencionales).
Las características de las colonias de estos microorganismos en los diferentes medios se han utilizado para distinguir a los miembros más frecuentes de la familia Enterobacteriaceae. Por ejemplo, la capacidad de fermentar lactosa (detectada por cambios en el color de medios de cultivo que contienen lactosa, como el agar McConkey que se emplea mucho) se ha utilizado para distinguir a las cepas fermentadoras de lactosa (p. ej., Escherichia, Klebsiella, Enterobacter, Citrobacter y Serratia; colonias de color rosado-púrpura en agar McConkey) de las cepas que no fermentan lactosa o lo hacen lentamente (p. ej., Proteus, Salmonella, Shigella y Yersinia spp.; colonias incoloras en agar McConkey). La resistencia a las sales biliares en algunos medios selectivos se ha utilizado para separar a los patógenos entéricos (p. ej., Shigella, Salmonella) de los microorganismos comensales que se inhiben con las sales biliares (p. ej., bacterias grampositivas y algunas gramnegativas que están presentes en el aparato digestivo). Algunas enterobacterias tienen cápsulas prominentes (p. ej., algunas cepas de Enterobactery Escherichia), mientras que otras están rodeadas de una capa viscosa difusible y suelta.
El lipopolisacárido (LPS) termoestable es el principal antígeno de la pared celular y está formado por tres componentes: el polisacárido Osomático más externo, un polisacárido central compartido por todas las enterobacterias (antígeno común enterobacteriano) y el lípido A (v. figura 30–3). El núcleo polisacárido resulta importante para clasificar un microorganismo como miembro de las Enterobacteriaceae; el polisacárido O es importante para la clasificación epidemiológica de las cepas dentro de una especie y el componente lipídico A de los LPS es responsable de la actividad de la endotoxina, un importante factor de virulencia. La clasificación epidemiológica (serológica) de las enterobacterias se basa en tres grandes grupos de antígenos: los polisacáridos somáticos O, los antígenos capsulares K (polisacáridos específicos de tipo) y las proteínas flagelares H. Los antígenos específicos O están presentes en cada género, aunque es frecuente la reactividad cruzada entre los géneros que están muy relacionados (p. ej., Salmonella con Citrobacter, Escherichiacon Shigella). Estos antígenos se detectan mediante aglutinación con anticuerpos específicos. Los antígenos K termolábiles pueden interferir en la detección de los antígenos O (es decir, un problema con algunas cepas de Salmonella). Este problema se resuelve al hervir el microorganismo con el fin de eliminar el antígeno K termolábil y exponer el antígeno O termoestable. Los antígenos H son proteínas flagelares termolábiles. Pueden estar ausentes en una célula o bien sufrir variaciones antigénicas y estar presentes en dos fases.

La mayor parte de las enterobacterias son móviles, con excepción de las cepas más frecuentes de Klebsiella, Shigella y Yersinia. Las cepas móviles poseen flagelos perítricos. Un gran número de enterobacterias posee, asimismo, fimbrias (también conocidas como pili), las cuales se han subdividido en dos clases generales: fimbrias comunes codificadas por el cromosoma y pilisexuales codificados por plásmidos conjugativos. Las fimbrias comunes revisten importancia en la capacidad de la bacteria de adherirse a receptores específicos de la célula anfitriona, mientras que los pilisexuales o conjugativos facilitan el proceso de transferencia genética horizonal entre las bacterias. 

Patogenia e inmunidad

Se han identificado numerosos factores de virulencia en los miembros de la familia Enterobacteriaceae. Algunos son comunes a todos los géneros (v. cuadro 30–2), mientras que otros son específicos de las cepas virulentas.





Endotoxina
La endotoxina es un factor de virulencia que comparten las bacterias gramnegativas aerobias y algunas anaerobias. La actividad de esta endotoxina depende del componente lípido A del lipopolisacárido que se libera durante la lisis celular.

Muchas de las manifestaciones sistémicas de las infecciones por bacterias gramnegativas se inician por la endotoxina, entre ellas las siguientes: activación del complemento, liberación de citocinas, leucocitosis, trombocitopenia, coagulación intravascular diseminada, fiebre, disminución de la circulación periférica, shock y muerte.

Cápsula
Las enterobacterias encapsuladas se protegen de la fagocitosis mediante los antígenos capsulares hidrofílicos, los cuales repelen la superficie hidrofóbica de la célula fagocítica. Estos antígenos interfieren en la unión de los anticuerpos a las bacterias y son poco imunógenos o activadores del complemento. Sin embargo, el papel protector de la cápsula se reduce cuando el paciente desarrolla anticuerpos anticapsulares específicos.

Variación de fase antigénica
La expresión del antígeno capsular K y del antígeno flagelar H están bajo control genético del microorganismo. Cada uno de estos antígenos se puede expresar alternativamente o bien no expresarse en absoluto (variación de fase), una característica que protege a las bacterias de la destrucción celular mediada por anticuerpos.



Sistemas de secreción de tipo III
Varias bacterias distintas (p. ej., Yersinia, Salmonella, Shigella, Escherichia enteropatógena, Pseudomonas y Chlamydia) poseen un mismo sistema efector para traspasar sus factores de virulencia a las células eucariotas diana.
Este sistema, conocido como sistema de secreción de tipo III, se compone de alrededor de 20 proteínas que facilitan la secreción de los factores de virulencia bacterianos cuando la bacteria entra en contacto con las células del organismo anfitrión. Aunque los factores de virulencia y sus efectos son diferentes en los distintos bacilos gramnegativos, el mecanismo general por el que se introducen los factores de virulencia es el mismo. La ausencia del sistema de secreción de tipo III comporta la pérdida de virulencia de las bacterias.

Secuestro de Factores de Crecimiento
Los medios de cultivo enriquecidos aportan nutrientes a los microorganismos, pero las bacterias se tienen que comportar como carroñeras con los nutrientes en condiciones in vivo. El hierro es un importante factor de crecimiento para las bacterias, pero se encuentra unido a las proteínas hemo (p. ej., hemoglobina, mioglobina) o a las proteínas quelantes del hierro (p. ej., transferrina, lactoferrina). Las bacterias contrarrestan esta unión con la producción de compuestos propios o sideróforos que compiten en la quelación del hierro (p. ej., enterobactina y aerobactina). El hierro se puede liberar, igualmente, desde las células del anfitrión como consecuencia de la acción de hemolisinas sintetizadas por las bacterias.

Resistencia al Efecto Bactericida del Suero
Mientras que muchas bacterias se pueden eliminar rápidamente de la sangre, los microorganismos virulentos que son capaces de producir infecciones sistémicas son con frecuencia resistentes a la acción bactericida del suero. Aunque la cápsula bacteriana puede proteger a los microorganismos de este efecto bactericida, otros factores evitan la unión de los componentes del complemento a las bacterias y su eliminación posterior mediada por el complemento.




Resistencia Antimicrobiana
Con la misma rapidez con la que se introducen nuevos antibióticos, los microorganismos desarrollan resistencias a estos. Esta resistencia puede estar codificada en plásmidos transferibles e intercambiarse entre especies, géneros e incluso familias de bacterias.


Escherichia Coli

Escherichia coli es el miembro más frecuente e importante del género Escherichia. Este microorganismo se asocia a múltiples enfermedades, incluida la gastroenteritis e infecciones extraintestinales, como las urinarias (ITU), meningitis y sepsis. Multitud de cepas son capaces de producir enfermedad y algunos serotipos se asocian a una mayor virulencia (p. ej., E. coli O157 es la causa más frecuente de colitis hemorrágica).

Resumen: Escherichia coli
Biología, virulencia y enfermedades
Bacilos gramnegativos anaerobios facultativos
Fermentadores; oxidasa-negativos
El lipopolisacárido consiste en un polisacárido externo somático O, un núcleo polisacárido (antígeno común) y el lípido A (endotoxina)
Virulencia: consulte el cuadro 30–2 y la tabla 30–1
Al menos cinco grupos patógenos diferentes pueden producir gastroenteritis: ECET, ECEP, ECEI, ECEH y ECEA; la mayoría producen infecciones en los países en desarrollo, aunque ECEH es una causa importante de colitis hemorrágica (CH) y de síndrome hemolítico urémico (SHU) en EE. UU.
La enfermedad extraintestinal incluye bacteriemia, meningitis neonatal, infecciones urinarias e infecciones intraabdominales
Epidemiología
Bacilos gramnegativos aerobios más frecuentes en el tubo digestivo
La mayoría de las infecciones son endógenas (flora microbiana normal del paciente), aunque las cepas que producen gastroenteritis se adquieren generalmente de forma exógena
Diagnóstico
Los microorganismos crecen rápidamente en la mayoría de los medios de cultivo
Los patógenos entéricos, salvo ECEH, únicamente se detectan en laboratorios de referencia o de investigación
Tratamiento, prevención y control
El tratamiento de la infección por patógenos entéricos es sintomático, excepto en la enfermedad diseminada
El tratamiento con antibióticos es guiado por pruebas in vitro de susceptibilidad
La antibioterapia se controla con medidas adecuadas de control de infecciones para reducir el riesgo de infecciones nosocomiales (p. ej., restringir el uso de antibióticos, evitar la utilización innecesaria de sondas urinarias)
Mantenimiento de buenas condiciones de higiene para reducir el riesgo de exposición a las cepas que producen gastroenteritis
Cocinar bien la carne de vaca para reducir el riesgo de infecciones por ECEH

Patogenia e inmunidad
E. coli posee una amplia variedad de factores de virulencia (v. tabla 30–1). Además de los factores generales que comparten todos los miembros de la familia Enterobacteriaceae, las cepas de Escherichia poseen unos factores de virulencia especializados que se pueden clasificar en dos categorías generales: adhesinas y exotoxinas. La función de estos factores se comenta en profundidad en los siguientes apartados.

Epidemiología
En el tubo digestivo existen grandes cantidades de E. coli. Aunque estos microorganismos pueden comportarse como patógenos oportunistas cuando los intestinos se perforan y las bacterias acceden a la cavidad peritoneal, la mayor parte de E. coli que causan enfermedad digestiva y extraintestinal lo hacen porque han adquirido factores de virulencia secundarios codificados en plásmidos, islotes de patogenicidad o en ADN de bacteriófagos. La eficacia de E. coli como patógeno se ilustra por el hecho de que estas bacterias son: 1) los bacilos gramnegativos que con más frecuencia se aíslan de pacientes con sepsis (v. fi gura 30–4); 2) responsables de más del 80% de las ITU adquiridas en la comunidad y del mismo número de las infecciones hospitalarias, y 3) una causa destacada de gastroenteritis en los países en vías de desarrollo. La mayor parte de las infecciones (salvo la meningitis y la gastroenteritis neonatales) son endógenas, de forma que E. coli de la propia flora microbiana normal del paciente consigue ocasionar infección cuando sus defensas se alteran.




Enfermedades clínicas
Gastroenteritis
Las cepas de E. coli que provocan gastroenteritis se subdividen en los cinco principales grupos siguientes: E. coli enteropatógena (ECEP), E. coli enterotoxígena (ECET), E. coli enterohemorrágica (ECEH), E. coli enteroinvasiva (ECEI) y E.coli enteroagregativa (ECEA) (v. tabla 30–2). Los tres primeros grupos ocasionan principalmente una diarrea secretora que afecta al intestino delgado, mientras que los dos últimos afectan sobre todo al intestino grueso.

ECET
La enfermedad causada por E. coli enterotoxígena se produce principalmente en los países en vías de desarrollo (se calculan unos 650 millones de casos anuales), aunque se estiman unos 80.000 casos cada año en viajeros procedentes de EE. UU. y la enfermedad es endémica en las poblaciones nativas americanas. Las infecciones son más frecuentes en niños pequeños de países en vías de desarrollo o en viajeros a estas regiones. El inóculo de la enfermedad es alto, de forma que las infecciones se adquieren fundamentalmente por el consumo de aguas o alimentos contaminados por heces.
La transmisión persona a persona es imposible. La diarrea secretora causada por ECET se produce tras un período de incubación de 1-2 días y persiste durante un promedio de 3-5 días. Los síntomas (diarrea acuosa con dolores cólicos abdominales, siendo menos frecuentes las náuseas y los vómitos) se parecen a los descritos en el cólera, aunque suelen ser más leves, especialmente en adultos. No se observan cambios histológicos ni inflamación en la mucosa intestinal. ECET sintetiza dos clases de enterotoxinas: toxinas termolábiles (LT-1, LT-II) y toxinas termoestables (STa y STb). Mientras que la LT-II no se asocia a enfermedad en el ser humano, LT-I es funcional y estructuralmente semejante a la toxina del cólera (v. capítulo 31) y se asocia a enfermedad en el ser humano. Esta toxina está formada por una subunidad A y por cinco subunidades B idénticas. La subunidades B se une al mismo receptor que la toxina del cólera (gangliósidos GM1), así como a otras glucoproteínas de superficie en las células epiteliales del intestino delgado. Después de la endocitosis, la subunidad A de LT-I se transloca por la membrana de la vacuola. La subunidad A tiene actividad difosfato de adenosina (ADP)-ribosiltrans-ferasa e interacciona con una proteína de membrana (Gs) que regula la adenil ciclasa. El resultado neto es el aumento de las concentraciones de monofosfato de adenosina cíclico (AMPc), con un incremento de la secreción de cloro y disminución de la absorción de cloro y de sodio, que se manifiestan con diarrea acuosa. La exposición a la toxina estimula también la secreción de prostaglandinas y la producción de citocinas inflamatorias, lo 

que da lugar a una mayor pérdida de líquidos.

STa, pero no STb, se asocia a la enfermedad en el ser humano. STa es una toxina pequeña y monomérica que se une al receptor transmembrana de la guanilato ciclasa, lo que provoca un aumento de las concentraciones de guanosina monofosfato cíclico (GMPc) y la posterior hipersecreción de líquidos. Los genes de LT-I y ST a se encuentran en un plásmido transferible, que puede portar también los genes de las adhesinas (CFA/I, CFA/II, CFA/III). Los factores de colonización son fimbrias que reconocen unos receptores glucoproteicos específicos de la célula anfitriona (definen la especificidad de anfitrión). La aparición de enfermedad requiere la actuación de la toxina y los factores de colonización. La enfermedad causada por la toxina termoestable es indistinguible de la asociada a la toxina termolábil.
ECEP
Las cepas enteropatógenas de E.coli fueron las primeras en asociarse a la enfermedad diarreica y continúan siendo la principal causa de diarrea infantil en los países pobres.
La enfermedad es infrecuente en los países desarrollados, salvo por la aparición de brotes poco frecuentes en guarderías y la enfermedad es poco frecuente en niños mayores y adultos, posiblemente porque han desarrollado una inmunidad protectora. A diferencia de la enfermedad por ECET, la ECEP se transmite persona a persona, de forma que la dosis infecciosa puede ser baja. La enfermedad se caracteriza por una diarrea acuosa que puede ser grave y prolongada. Puede asociarse a fiebre y vómitos.
La infección se caracteriza por la adhesión bacteriana a las células epiteliales del intestino delgado con la destrucción posterior de las microvellosidades (histopatología por unión/ borrado [U/B]). La agregación inicial de las bacterias que determina la formación de microcolonias en la superficie de las células epiteliales viene mediada por los piliformadores de haces (BFP) codificados por plásmidos. Los estadios posteriores del anclaje vienen regulados por los genes codificados en el islote de patogenicidad «locus de borramiento de los enterocitos» (LBE). Este islote de más de 40 genes es responsable de la unión a la superficie de la célula anfitriona y su destrucción. Tras la unión laxa mediada por los BFP, se produce una secreción activa de proteínas hacia el interior de la célula anfitriona epitelial por el sistema de secreción de tipo III bacteriano. Una proteína, el receptor de la intimina translocada (Tir), se inserta en la membrana epitelial y actúa como receptor de una adhesina bacteriana de la membrana externa, la intimina. La unión de la intimina con Tir determina la polimerización de la actina y la acumulación de elementos del citoesqueleto por debajo de las bacterias ancladas, con pérdida de la integridad de la superficie celular y muerte de la célula.

ECEA
Las cepas de E. colienteroagregativa se han visto implicadas en una diarrea acuosa, persistente y con deshidratación en niños de los países en vías de desarrollo y en personas que han viajado a estos países. Se han notificado brotes de gastroenteritis por ECEA en EE. UU., Europa y Japón y es posible que este microorganismo sea una causa importante de diarreas infantiles en los países desarrollados. Esta es una de las pocas bacterias asociadas a diarrea crónica y retraso del crecimiento en niños.
Las bacterias se caracterizan por su autoaglutinación en una disposición en «pilas de ladrillos». Este proceso viene mediado por las fimbrias de adherencia agregantes I (AAF1), unas adhesinas parecidas a los BFP responsables de la formación de microcolonias en ECEP. Se han descrito otras fimbrias de adherencia agregantes (AAF/II, AAF/III).
Tras la adherencia de ECEA sobre la superficie del intestino se estimula la secreción de moco, lo que condiciona la formación de una biopelícula gruesa. Esta película protege a las bacterias agregadas frente a los antibióticos y las células fagocíticas.
Además, dos grupos de toxinas se asocian a ECEA: la toxina termoestable enteroagregante (EAST) y la toxina codificada por plásmidos (PET).EAST influye sobre la secreción de líquido y guarda relación antigénica con la toxina termoestable de ECET. PET induce también la secreción de líquido.

ECEH (v. caso clínico 1)
Las cepas de E. colienterohemorrágica son las cepas que causan con mayor frecuencia enfermedad en los países desarrollados. Se estima que estas bacterias producen 73.000 infecciones y 60 muertes al año en EE. UU. La enfermedad por ECEH es más frecuente durante los meses templados y la incidencia máxima se describe en niños menores de 5 años. La mayor parte de las infecciones se explican por el consumo de ternera u otros derivados cárnicos poco cocinados, agua, leche no pasteurizada o zumos de fruta (p. ej., zumo de manzana elaborada a partir de manzanas contaminadas con heces del ganado), verduras crudas como espinacas o frutas. La ingesta de menos de 100 bacterias puede causar enfermedad y se describe la transmisión persona a persona.
La enfermedad provocada por ECEH va desde una diarrea leve no complicada a una colitis hemorrágica con dolor abdominal intenso y diarrea sanguinolenta. Inicialmente la diarrea con dolor abdominal aparece en los pacientes tras 3-4 días de incubación. Los vómitos se describen en la mitad de los pacientes, pero no suele aparecer fiebre alta. A los 2 días de aparecer la enfermedad, el 30%-65% de los pacientes sufren una diarrea sanguinolenta con dolor abdominal intenso. Los síntomas se resuelven por completo a los 4-10 días en la mayor parte de los casos no tratados. El síndrome hemolítico urémico (SHU), un trastorno que se caracteriza por insuficiencia renal aguda, trombocitopenia y anemia hemolítica microangiopática, es una complicación que afecta a una proporción comprendida entre el 5% y el 10% de los niños menores de 10 años. Los síntomas se resuelven en la mayor parte de los casos no tratados que no se complican en 4-10 días; sin embargo, el 3%-5% de los pacientes pueden fallecer por SHU y pueden aparecer secuelas graves (p. ej., disfunción renal, hipertensión, manifestaciones del SNC) hasta en el 30% de los pacientes con un SHU.
La cepa más frecuente de ECEH es el serotipo O157:H7. Esta cepa es un clon evolucionado a partir de ECEP y expresa actividad de anclaje y borramiento. Además estas cepas han adquirido la toxina Shiga (es decir, Stx-1, Stx-2 o ambas).
Stx-1 es básicamente idéntica que la toxina Shiga producida por Shigella disenteriae (el origen del nombre); Stx-2 muestra una homología del 60%. Ambas toxinas se adquieren a partir de bacteriófagos lisogénicos. Ambas poseen una subunidad A y cinco subunidades B, y estas últimas se unen a un glucolípido específico de la célula del organismo anfitrión (globo-triaosilceramida, GB3). Hay una alta concentración de receptores de GB3 en las vellosidades intestinales y en las células endoteliales del riñón. Tras la internalización de la subunidad A, la toxina se escinde en dos moléculas, y el fragmento A1 se une al ácido ribonucleico ribosómico (ARNr) 28S e interrumpe la síntesis de proteínas. Las cepas de ECEH que expresan toxina Shiga y actividad de anclaje y borramiento son más patógenas que las que sólo producen la primera toxina.
El SHU se ha asociado sobre todo a la producción de Stx-2, que destruye las células endoteliales del glomérulo. Las lesiones en las células endoteliales inducen activación de las plaquetas y acumulación de trombina, lo que a su vez da lugar a disminución del filtrado glomerular e insuficiencia renal aguda. Las toxinas Stx estimulan además la expresión de citocinas inflamatorias (p. ej., factor de necrosis tumoral-[TNF-], interleucina-6), que entre otros efectos, aumentan la expresión de GB 3.

ECEI
Las cepas de E. colienteroinvasiva son infrecuentes tanto en EE. UU. como en los países en vías de desarrollo. Las cepas patógénicas se asocian fundamentalmente a un número limitado de serotipos O: O124, O143 y O164. Las cepas presentan una estrecha relación con las propiedades fenotípicas y patógenas de Shigella. Las bacterias son capaces de invadir y destruir el epitelio colónico para producir una enfermedad que se caracteriza inicialmente por diarrea acuosa. Una minoría de pacientes evoluciona a la forma disentérica de la enfermedad, la cual debuta con fiebre, espasmos abdominales y presencia de sangre y leucocitos en las heces.
Un grupo de genes bacterianos transportados en un plásmido median en la invasión (genes pInv) del epitelio colónico. Las bacterias lisan después las vacuolas fagocíticas y se replican en el citoplasma de la célula. El movimiento en el citoplasma y en las células epiteliales adyacentes está regulado por la formación de colas de actina (de manera semejante a lo que sucede en el caso de Listeria). Este proceso de destrucción de las células epiteliales con infiltración inflamatoria puede dar lugar a una ulceración colónica.



Infecciones extraintestinales
INFECCIÓN DEL APARATO URINARIO
La mayoría de los bacilos gramnegativos que producen IAU se originan en el colon, contaminan la uretra, ascienden hasta la vejiga y pueden migrar hasta el riñón o la próstata. Aunque la mayoría de las cepas de E. coli puede producir IAU, la enfermedad se relaciona con mayor frecuencia a ciertos serogrupos específicos. Estas bacterias son especialmente virulentas por su capacidad para producir adhesinas (principalmente pili P, AAF/I, AAF/II y Dr), las cuales se unen a las células que recubren la vejiga y el aparato urinario superior (evitando la eliminación de las bacterias durante la micción), y hemolisina HlyA, que lisa los eritrocitos y otros tipos celulares (llevando a la liberación de citocinas y a la estimulación de la respuesta inflamatoria).

MENINGITIS NEONATAL
E. coliy los estreptococos del grupo B causan la mayoría de las infecciones del SNC en los niños menores de 1 mes. Alrededor del 75% de las cepas de E. coli poseen el antígeno capsular K1. Este serogrupo está habitualmente presente en el aparato digestivo de las mujeres embarazadas y de los recién nacidos. Sin embargo, no se conoce cuál es el mecanismo que gobierna la predilección de este serogrupo por la enfermedad en los neonatos.

SEPTICEMIA
De forma característica, la septicemia producida por los bacilos gramnegativos como E. coli proviene de infecciones del aparato urinario o digestivo (p. ej., perforación gastrointestinal que provoca una infección intraabdominal). La mortalidad que se asocia a la septicemia por E. coli es elevada en pacientes cuya inmunidad está alterada, o en los que la infección primaria se localiza en el abdomen o en el sistema nervioso central (SNC).





Caso clínico 1. Brote multiestatal de infecciones por ECEH
En 2006 Escherichia coli O157 produjo un gran brote multiestatal de gastroenteritis. Este brote guardó relación con la contaminación de unas espinacas y se produjeron 173 casos en total en 25 estados, fundamentalmente en un período de 18 días. Este brote determinó el ingreso hospitalario de más del 50% de los pacientes con enfermedad demostrada, una frecuencia de síndrome hemolítico urémico del 16% y un fallecimiento. A pesar de la amplia distribución de las espinacas contaminadas, la publicación del brote y la rápida determinación de que esta era la causa permitieron su retirada de las fruterías y la interrupción del brote. Este brote ilustra cómo la contaminación de un alimento, incluso por pequeñas cantidades de microorganismos, puede ser origen de un brote extenso por un microorganismo especialmente virulento, como las cepas de ECEH.


Salmonella
La clasificación taxonómica del género Salmonella es problemática. Los estudios de homología del ADN han demostrado que la mayor parte de los aislamientos con importancia clínica pertenecen a la especie Salmonella enterica. Se han descrito más de 2.500 serotipos únicos para esta sola especie; sin embargo, estos serotipos se suelen recoger como especies individuales (p. ej., Salmonella typhi, Salmonella choleraesuis, Salmonella typhimurium y Salmonella enteritidis). Estos nombres son incorrectos. Por ejemplo, la nomenclatura correcta sería «Salmonella enterica serovariante typhi». En un intento de evitar las confusiones y conservar términos históricos, actualmente se suelen escribir los serotipos individuales con el serotipo en mayúsculas y sin cursivas. Por ejemplo, la forma habitual de llamar a Salmonella enterica serovariante typhi sería «Salmonella typhi».

Resumen: Salmonella
Biología, virulencia y enfermedades
Bacilos gramnegativos anaerobios facultativos
Fermentador; oxidasa-negativo
El lipopolisacárido consiste en un polisacárido externo somático O, un núcleo polisacárido (antígeno común) y un lípido A (endotoxina)
Más de 2.500 serotipos O
Virulencia: véase cuadro 30–2; tolerancia a los ácidos en las vesículas fagocíticas
Pueden sobrevivir en los macrófagos y extenderse desde el intestino a otras partes del cuerpo
Enfermedades: enteritis (fiebre, náuseas, vómitos, diarrea sanguinolenta o no sanguinolenta, dolores cólicos abdominales); fiebre entérica (fiebre tifoidea, fiebre paratifoidea); bacteriemia (se asocia sobre todo a Salmonella typhi, Salmonella paratyphi, Salmonella choleraesuis); colonización asintomática (se asocia sobre todo a Salmonella typhi y Salmonella paratyphi)
Epidemiología                                     
La mayoría de las infecciones se adquieren por comer alimentos contaminados (aves, huevos y productos lácteos son las fuentes más frecuentes de la infección)
Transmisión directa fecal-oral en los niños
S. typhiy S. paratyphi son patógenos humanos estrictos (no hay reservorio alternativo); estas infecciones pasan de una persona a otra; es frecuente la colonización prolongada y asintomática.
Las personas con riesgo de infección son las que comen aves o huevos mal cocinados, los pacientes con valores bajos de ácido gástrico y los pacientes inmunodeprimidos.
Las infecciones tienen distribución universal, fundamentalmente en los meses cálidos del año.
Diagnóstico
El aislamiento de las muestras de heces requiere el uso de medios selectivos.
Tratamiento, prevención y control
No se recomienda el tratamiento antibiótico en la enteritis porque la duración de la enfermedad puede prolongarse.
Las infecciones con S. typhi y S. paratyphio las infecciones diseminadas con otros microorganismos se deben tratar con un antibiótico eficaz (seleccionado con las pruebas de sensibilidad in vitro); se pueden usar fluoroquinolonas (p. ej., ciprofloxacino), cloranfenicol, trimetoprim-sulfametoxazol o una cefalosporina de amplio espectro.
La mayoría de las infecciones se pueden controlar preparando adecuadamente las aves y los huevos (completamente cocinados) y evitando la contaminación de otros alimentos con productos avícolas poco cocinados.
Se debe identificar y tratar a los portadores de S. typhiy S. paratyphi.
La vacunación frente a S. typhipuede reducir el riesgo de enfermedad en los viajeros a áreas endémicas.

Patogenia e inmunidad
Tras la ingesta y la llegada al estómago, las salmonellas se unen a la mucosa del intestino delgado e infiltran las células M (micropliegues) localizadas en las placas de Peyer y los enterocitos. Las bacterias se quedan dentro de una vacuola endocítica, donde se replican. Las bacterias también se pueden transportar a través del citoplasma y liberarse hacia la sangre o la circulación linfática. La regulación del anclaje, el englobamiento y la replicación se debe fundamentalmente a dos grandes agregados de genes (islotes de patogenicidad, PAI) en el cromosoma bacteriano. El islote de patogenicidad I (PAI I) codifica las proteínas invasivas secretadas por salmonella (Ssps) y un sistema de secreción de tipo III que inyecta las proteínas en el interior de las células anfitrión. El islote de patogenicidad II (PAI II) contiene los genes que permiten a la bacteria escapar de la respuesta inmunitaria del anfitrión y un segundo sistema secretor de tipo III para esta función. En la mayor parte de las infecciones la respuesta inflamatoria la deja limitada al aparato digestivo, media la liberación de prostaglandinas y estimula la AMPc y la secreción activa de líquidos.

Epidemiología
Salmonella puede colonizar a casi todos los animales, incluyendo aves, reptiles, ganado, roedores, animales domésticos, aves y el ser humano. La propagación de un animal a otro y el uso de piensos contaminados con Salmonella mantienen un reservorio animal. Algunos serotipos, como S. typhiy S. paratyphi, están muy bien adaptados al ser humano y no producen enfermedad en otros anfitriones. Otras cepas de Salmonella (p. ej., Salmonella choleraesuis) están adaptadas a los animales y producen una enfermedad grave cuando infectan al ser humano. Además, a diferencia de otros serotipos de Salmonella, las cepas muy adaptadas a los seres humanos (es decir, Salmonella typhi, Salmonella paratyphi) pueden sobrevivir en la vesícula biliar y explicar la existencia de portadores crónicos. Por último, muchas cepas carecen de especificidad para un organismo anfitrión y causan enfermedad tanto en los anfitriones humanos como en los animales.
La mayoría de las infecciones son consecuencia de la ingestión de productos alimentarios contaminados, y de una transmisión directa por vía feco-oral. La incidencia de la enfermedad es más elevada en niños menores de 5 años y en adultos mayores de 60 años, que se infectan durante los meses de verano y otoño cuando los alimentos contaminados se consumen en reuniones sociales al aire libre. Las principales fuentes de infección en el ser humano son las aves de corral, los huevos, los productos lácteos y los productos preparados sobre superficies contaminadas (p. ej., tablas de cocina donde se prepararon aves sin cocinar). Se registraron alrededor de 45.000 casos de infecciones por Salmonella en EE. UU. en el año 2004, aunque se ha estimado que ocurren más de 1,4 millones de infecciones y 600 muertes cada año. Las infecciones por S.typhi se contraen al ingerir agua o alimentos contaminados por un manipulador infectado. No existe ningún reservorio animal. Cada año se notifican en EE. UU. un promedio de 350 infecciones por Salmonella typhi, la mayor parte de las cuales se adquirieron durante viajes al extranjero. A diferencia de lo anterior, se estima que cada año se producen 21 millones de infecciones y 200.000 muertes por S. typhi cada año a nivel mundial. El riesgo de padecer la enfermedad es más alto en los niños desfavorecidos de los países en vías de desarrollo.
La dosis infecciosa para las infecciones por S.typhi es baja, por lo que es frecuente la transmisión de una persona a otra. Por el contrario, se necesita un gran inóculo (p. ej., 10 elevado a 6 a 10 elevado a 8 bacterias) para que se produzca enfermedad sintomática en el caso de otras especies de Salmonella. Estos microorganismos se pueden multiplicar hasta alcanzar concentraciones elevadas cuando los alimentos contaminados no se conservan adecuadamente (p. ej., a temperatura ambiente). La dosis infecciosa es menor en las personas de riesgo para la enfermedad debido a su edad, estado de inmunodepresión o coexistencia de una enfermedad subyacente (leucemia, linfoma, anemia drepanocítica) o reducción del pH gástrico.

Enfermedades clínicas
Existen las siguientes cuatro formas de infección por Salmonella: gastroenteritis, septicemia, fiebre entérica y colonización asintomática.

Gastroenteritis
La gastroenteritis es la forma más frecuente de salmonelosis en EE. UU. Los síntomas suelen aparecer entre las 6 y las 48 horas siguientes a la ingestión de alimentos o agua contaminada, con una sintomatología inicial de náuseas, vómitos y diarrea no sanguinolenta. Son también frecuentes la fiebre, los espasmos abdominales, las mialgias y la cefalea. En la forma aguda de la enfermedad se puede demostrar la afectación colónica. Los síntomas pueden persistir entre 2 días y 1 semana antes de la resolución espontánea.

Septicemia
Todas las especies de Salmonella pueden dar lugar a bacteriemia, aunque las infecciones por S.choleraesuis, S.paratyphi y S.typhison las que con mayor frecuencia la producen. El riesgo de bacteriemia por Salmonella es más alto en pacientes pediátricos, geriátricos y en pacientes inmunodeprimidos (infectados por VIH, drepanocitosis e inmunodeficiencias congénitas). La presentación clínica de la bacteriemia por Salmonella es idéntica a la de otras bacteriemias por gramnegativos, aunque pueden aparecer infecciones supurativas localizadas (osteomielitis, endocarditis y artritis), hasta en el 10% de los pacientes.

Fiebre entérica (v. caso clínico 2)
S. typhi produce una enfermedad febril conocida como fiebre tifoidea. Una forma leve de esta enfermedad, la fiebre paratifoidea, se produce por S. paratyphi A, Salmonella schottmuelleri    (anteriormente conocida como S. paratyphi B) y Salmonella hirschlfeldi (anteriormente conocida como S.paratyphiC). Al contrario de lo que ocurre en otras infecciones por Salmonella, las bacterias responsables de la fiebre entérica pasan a través de las células que tapizan el intestino y son engullidas por los macrófagos. Se replican después de ser transportadas al hígado, el bazo y la médula ósea. Entre 10 y 14 días después de la ingestión de los bacilos, los pacientes presentan fiebre que va aumentando progresivamente, con síntomas inespecíficos como cefalea, mialgias, malestar general y anorexia. Estos síntomas duran al menos 1 semana y son seguidos por síntomas gastrointestinales. Este ciclo se corresponde con una fase bacteriémica inicial que se sigue de la colonización de la vesícula biliar y posteriormente de la reinfección del intestino. La fiebre entérica es una enfermedad clínica grave, que se debe sospechar en pacientes febriles que hayan viajado recientemente a países en vías de desarrollo en los que la enfermedad es endémica.

Colonización asintomática
Las especies de Salmonella responsables de producir las fiebres tifoidea y paratifoidea se mantienen por la colonización del ser humano. La colonización crónica durante más de 1 año después de una enfermedad sintomática se produce entre el 1% al 5% de los pacientes, y la vesícula biliar es el reservorio en la mayoría de ellos. La colonización crónica por otras especies de Salmonella sucede en menos del 1% de los pacientes y no es una fuente importante de infecciones del ser humano.
Caso clínico 2. Infección por Salmonella typhi:
Scully y cols. (N Engl J Med 345:201-205, 2007) describieron el caso de una mujer de 25 años que fue ingresada en un hospital de Boston por fiebre persistente que no respondía a amoxicilina o paracetamol o ibuprofeno. Residía en Filipinas y estaba de viaje en EE. UU. desde hacía 11 días. A la exploración presentaba fiebre, tenía hepatomegalia, dolor abdominal y alteraciones en la analítica de orina. Se obtuvieron hemocultivos en el momento del ingreso hospitalario y al día siguiente se confirmó el crecimiento de Salmonella typhi. Como el microorganismo era sensible a las fluoroquinolonas, se eligió este tratamiento. A los 4 días la fiebre desapareció y la paciente recibió el alta para poder volver a su país. Aunque la fiebre tifoidea puede ser un cuadro muy grave con riesgo para la vida, inicialmente puede debutar con síntomas inespecíficos, como demuestra este caso.




Shigella
La clasificación taxonómica de Shigella que se está empleando en la actualidad es sencilla, pero técnicamente incorrecta. Se han descrito cuatro especies con más de 45 serogrupos basados en el antígeno O: S.dysenteriae, Shigella flexneri, Shigella boydii y Shigella sonnei. No obstante, los análisis de ADN han determinado que estas cuatro especies constituyen, en realidad, biogrupos de E. coli que difieren a nivel serológico. Se han conservado sus nombres históricos debido a que su designación como E. coli podría generar confusión.

Patogenia e inmunidad
Shigella causa la enfermedad al invadir y replicarse en las células que tapizan el colon. Las proteínas de los genes estructurales intervienen en la adherencia de los microorganismos a las células, así como en su invasión, replicación intracelular y diseminación de una célula a otra. Estos genes se hallan en un gran plásmido de virulencia, pero su regulación corresponde a genes cromosómicos. Por tanto, la presencia del plásmido no garantiza una actividad genética funcional.
Las especies de Shigella parecen incapaces de unirse a las células mucosas diferenciadas; en lugar de ello, parece que se unen en primer lugar e invaden a las células M de las placas de Peyer. El sistema de secreción de tipo III interviene en la secreción de cuatro proteínas (IpaA, IpaB, IpaC, IpaD) hacia las células epiteliales y en los macrófagos. Estas proteínas hacen que se ondulen las membranas de las células diana, lo que permite que las bacterias sean engullidas. Las shigelas lisan la vacuola fagocítica y se replican en el citoplasma de la célula del organismo anfitrión (al contrario de lo que ocurre con Salmonella, que se replica en el interior de la vacuola). Con la reorganización de los filamentos de actina en las células del anfitrión, las bacterias son empujadas a través del citoplasma hasta las células adyacentes, donde tiene lugar el paso de una célula a otra. De este modo, los microorganismos de Shigella disfrutan de protección frente a la destrucción inmunitaria. Las shigelas sobreviven a la fagocitosis al inducir la muerte celular programada (apoptosis). Este proceso comporta, igualmente, la liberación de IL-1b, lo que atrae a los leucocitos polimorfonucleares hacia los tejidos infectados, desestabiliza la integridad de la pared intestinal y permite que las bacterias lleguen hasta las células epiteliales más profundas.
S.dysenteriae produce una exotoxina, la toxina Shiga. Al igual que la toxina producida por ECEH, la toxina Shiga tiene una subunidad A y cinco subunidades B. Las subunidades B se unen a un glucolípido de la célula del organismo anfitrión (GB 3) y facilitan la transferencia de la subunidad A hacia el interior de la célula. La subunidad A escinde el ARNr 28S de la unidad ribosómica de 60S, evitando de este modo la unión del aminoacil-ARN de transferencia y alterando la síntesis de proteínas. La principal manifestación de la actividad de la toxina son los daños ocasionados al epitelio intestinal; sin embargo, la toxina Shiga puede causar daño en las células endoteliales glomerulares en un pequeño número de pacientes, lo que da lugar a insuficiencia renal (SHU).

Epidemiología
Los seres humanos son el único reservorio para Shigella. Se estima que cada año se producen en EE. UU. casi 450.000 infecciones por Shigella. Esta cifra palidece si se compara con los 150 millones de casos que ocurren cada año en todo el mundo. S. sonnei es responsable de casi un 85% de las infecciones en EE. UU., pero en los países en desarrollo predomina S. flexneri. Se producen epidemias por S. dysenteriae, una especie especialmente virulenta, en África y América Central y la mortalidad por caso es del 5%-15%.
La shigelosis es una enfermedad principalmente pediátrica y el 60% de las infecciones afectan a niños menores de 10 años. La enfermedad endémica en adultos es frecuente en varones homosexuales y en los contactos domésticos de los niños infectados. Se producen brotes epidémicos en guarderías, centros de día e instituciones de acogida. La shigelosis se transmite de persona a persona por vía fecal-oral, principalmente a partir de personas con manos contaminadas y con menos frecuencia a través del agua o los alimentos. Dado que basta con 100-200 bacterias para provocar la enfermedad, la shigelosis se transmite con rapidez en las comunidades en las que los niveles de higiene personal y las normas sanitarias son bajas.

Enfermedades clínicas (v. caso clínico 3)
La shigelosis se caracteriza por la presencia de espasmos abdominales, diarrea, fiebre y heces sanguinolentas. Los signos y síntomas clínicos de la enfermedad aparecen entre 1 y 3 días tras la ingestión de los bacilos. Las shigelas colonizan inicialmente el intestino delgado y comienzan a multiplicarse en las primeras 12 horas. El primer signo de infección (una profusa diarrea acuosa sin indicios histológicos de invasión mucosa) se relaciona con la acción de una enterotoxina. Sin embargo, la característica fundamental de la shigelosis son los espasmos abdominales y el tenesmo, con abundante pus y sangre en las heces. Es consecuencia de la invasión de la mucosa colónica por las bacterias. En las heces se observan numerosos neutrófilos, eritrocitos y mucosidad. La infección suele resolverse de forma espontánea, aunque se recomienda el tratamiento antibiótico con el fin de reducir el riesgo de diseminación secundaria a los miembros de la familia y a otros contactos. La colonización asintomática del colon por los microorganismos se produce en un pequeño número de pacientes y configura el reservorio para nuevas infecciones.

Resumen: Shigella
Biología, virulencia y enfermedades
Bacilos gramnegativos anaerobios facultativos
Fermentadores; oxidasa-negativos
El lipopolisacárido consiste en un polisacárido somático O, un núcleo de polisacárido (antígeno común) y el lípido A (endotoxina)
Se reconocen cuatro especies: S. sonnei, responsable de la mayoría de las infecciones en los países desarrollados; S. flexneri, de las infecciones en los países en desarrollo, y S. dysenteriae, de las infecciones más graves. S. boydiino se suele aislar
Virulencia: véase cuadro 30–2; la exotoxina (Shiga) producida por S. dysenteriae interrumpe la síntesis de proteínas y produce daño endotelial
Enfermedad: la forma más frecuente de enfermedad es la gastroenteritis (shigelosis), una diarrea acuosa inicial que evoluciona a los 1-2 días a cólico abdominal con tenesmo (asociado o no a sangre en las heces); la forma grave de la enfermedad se debe a S. dysenteriae (disentería bacteriana); un pequeño número de pacientes se convierten en portadores asintomáticos (reservorio para infecciones futuras)
Epidemiología
El ser humano es el único reservorio de estas bacterias
La enfermedad se transmite de una persona a otra por vía fecal-oral
Los pacientes con mayor riesgo de esta enfermedad son los niños en los jardines de infancia, guarderías y cárceles, sus padres y familiares y los hombres homosexuales
La enfermedad la producen relativamente pocos microorganismos (altamente infecciosos)
La enfermedad tiene distribución universal sin incidencia estacional (en concordancia con la transmisión de persona a persona con un bajo inóculo)
Diagnóstico
El aislamiento de las muestras de heces requiere el uso de medios selectivos
Tratamiento, prevención y control
El tratamiento antibiótico acorta la duración de la enfermedad sintomática y la eliminación fecal
El tratamiento se debe basar en las pruebas de sensibilidad in vitro
La terapia empírica se puede iniciar con una fluoroquinolona o con trimetoprim-sulfametoxazol
Se deben establecer medidas adecuadas para el control de la infección y evitar así la diseminación del microorganismo, incluidos el lavado de manos y la eliminación correcta de la ropa de cama sucia


Caso clínico 3. Infecciones por Shigella en guarderías
En 2005 tres estados notificaron brotes de infecciones por Shigella resistente a múltiples fármacos en guarderías. Se describieron 532 casos en la región de Kansas City, con una edad mediana de los pacientes de 6 años (MMWR 55:1068-1071, 2006). El patógeno predominante fue una cepa multirresistente de Shigella sonnei y un 89% de los aislamientos eran resistentes a ampicilina y trimetoprim-sulfametoxazol. La shigelosis se disemina con facilidad en las guarderías por el mayor riesgo de contaminación fecal y la baja dosis infecciosa responsable de la enfermedad. Los padres y profesores, además de los compañeros de colegio, tienen un riesgo aumentado de enfermedad.



Yersinia (v. cuadro 30–6)
Los patógenos humanos mejor conocidos del género Yersinia son Yersinia pestis, Yersinia enterocolitica y Yersinia pseudotuberculosis. Y. pestis es un patógeno muy virulento, que produce una enfermedad sistémica de alta mortalidad llamada peste. Y. enterocolitica y Y. pseudotuberculosis son patógenos principalmente entéricos que raras veces se cultivan en la sangre.
Resumen: Yersinia
Biología, virulencia y enfermedades
Bacilos gramnegativos anaerobios facultativos
Fermentadores; oxidasa-negativos
El lipopolisacárido consiste en un polisacárido externo somático O, un núcleo polisacárido (antígeno común) y un lípido A (endotoxina)
Y. pestis está cubierta por una cápsula proteica
Algunas especies (p. ej., Y. enterocolitica) pueden crecer a bajas temperaturas (p. ej., pueden crecer hasta alcanzar un número elevado en los productos alimentarios o sanguíneos contaminados y refrigerados)
Virulencia: véase cuadro 30–2;
la cápsula de Y. pestis es antifagocítica. Y. pestis es también resistente al efecto bactericida del suero; Yersinia tiene genes de adherencia, actividad citotóxica, inhibición de la migración fagocítica y de la acción de engullir e inhibición de la agregación plaquetaria
Enfermedad: Y. pestis produce la peste bubónica (la más frecuente) y la peste pulmonar, ambas asociadas a una elevada mortalidad; otras especies de Yersinia producen gastroenteritis (diarrea acuosa aguda o diarrea crónica) o sepsis asociada a transfusiones; la enfermedad entérica en niños puede cursar con ganglios linfáticos mesentéricos aumentados de tamaño y confundirse con una apendicitis aguda
Epidemiología
Y. pestis es una infección zoonótica en la que el ser humano es el anfitrión accidental; los reservorios naturales son ratas, ardillas, conejos y animales domésticos
La enfermedad se transmite por la picadura de las pulgas, por el contacto directo con tejidos infectados o de una persona a otra por la inhalación de los aerosoles infectados en un paciente con enfermedad pulmonar
Otras infecciones por Yersinia se transmiten por exposición a alimentos o a productos sanguíneos contaminados (Y. enterocolitica)
Puede ocurrir la colonización con otras especies de Yersinia
Diagnóstico
Los microorganismos crecen en la mayoría de los medios de cultivo; el almacenamiento prolongado a 4 °C puede mejorar selectivamente el aislamiento
Tratamiento, prevención y control
Las infecciones por Y. pestis se tratan con estreptomicina; como tratamientos alternativos se pueden usar tetraciclinas, cloranfenicol o trimetoprim-sulfametoxazol
Las infecciones entéricas con otras especies de Yersinia son generalmente autolimitadas. Si está indicado el tratamiento antibiótico, la mayoría de los microorganismos son sensibles a las cefalosporinas de amplio espectro, aminoglucósidos, cloranfenicol, tetraciclinas y trimetoprim-sulfametoxazol
La peste se controla con la reducción de la población de roedores y la vacunación de las personas de riesgo.
Otras infecciones por Yersinia se controlan con la preparación adecuada de los alimentos.

Patogenia e inmunidad
Una característica común de las especies patógenas de Yersinia es su capacidad para resistir la destrucción por fagocitosis. Esta propiedad se basa en el sistema de secreción de tipo III. Al entrar en contacto con células fagocíticas, las bacterias secretan unas proteínas en el fagocito que desfosforilan varias proteínas que son necesarias para la fagocitosis (producto del gen YopH), inducen citotoxicidad a través de la alteración de los filamentos de actina (producto del gen YopE) e inician la apoptosis en los macrófagos (producto del gen YopJ/P). El sistema de secreción de tipo III inhibe, igualmente, la producción de citocinas, con lo que disminuye la respuesta inflamatoria inmunitaria a la infección.
Y. pestis posee dos plásmidos adicionales que codifican genes de virulencia: 1) gen de la fracción 1 (F1), que codifica una cápsula proteica antifagocítica, y 2) gen de la proteasa del activador del plasminógeno (Pla), que degrada los componentes C3b y C5 del complemento, evitando así la opsonización y la migración fagocítica, respectivamente. El gen Pla degrada también los coágulos de fibrina, lo que permite la rápida diseminación de Y. pestis. Otros factores de virulencia que se asocian específicamente a Y.pestis son la resistencia al suero y la capacidad del microorganismo de absorber hierro orgánico gracias a un mecanismo sideróforo independiente.

Epidemiología
Todas las infecciones por Yersinia son zoonóticas, de modo que el ser humano constituye un anfitrión accidental. Se distinguen dos formas de infección por Y. pestis, la peste urbana, en la que las ratas constituyen el reservorio natural, y la peste salvaje, que produce infecciones en ardillas, conejos, ratas de campo y gatos domésticos. Los cerdos, los roedores, el ganado y los conejos son los reservorios naturales de Y. enterocolitica, mientras que los roedores, los animales salvajes y las aves de caza son los reservorios naturales de Y. pseudotuberculosis.
La peste, producida por Y. pestis, ha sido una de las enfermedades más devastadoras de la historia. Las epidemias de peste ya se recogían en el Antiguo Testamento. La primera de las tres grandes pandemias (la peste urbana) comenzó en Egipto en el año 541 a. C. y se extendió por el norte de África, Europa, Asia central y meridional y Arabia. En el momento en que esta pandemia terminó, a mediados del siglo VIII, la mayor parte de la población de estos países había muerto de peste. La segunda pandemia, que comenzó hacia 1320, originó (en un período de 5 años) más de 25 millones de muertos únicamente en Europa (30% al 40% de la población). La tercera pandemia comenzó en China en 1860 y se extendió a África, Europa y América. Se siguen viendo en la actualidad casos epidémicos y esporádicos. A lo largo de la última década se ha descrito una media de 10 casos anuales en EE. UU., con enfermedad (peste salvaje) principalmente en el oeste de EE. UU.
La peste urbana se mantiene en las poblaciones de ratas y se extiende entre las ratas o entre estas y el ser humano a través de pulgas infectadas. Las pulgas se infectan al alimentarse de la sangre de una rata bacteriémica. Tras la replicación de las bacterias en el intestino de la pulga, los microorganismos se pueden transferir a otro roedor o al ser humano. La peste urbana se ha eliminado de la mayoría de las comunidades mediante un control eficaz de las poblaciones de ratas y una higiene más adecuada. Por el contrario, la peste salvaje es difícil o imposible de eliminar, como consecuencia de la distribución universal de los reservorios de vectores mamíferos y de pulgas. Y. pestis produce una infección mortal en el reservorio animal. Por eso, los patrones cíclicos de la enfermedad en el ser humano reflejan el aumento o disminución de oportunidades de contacto con la población que actúa como reservorio. Las infecciones se pueden producir también por la ingestión de animales contaminados o la manipulación de tejidos de animales contaminados. Aunque este microorganismo es muy infeccioso, la transmisión de una persona a otra es infrecuente a no ser que el paciente presente afectación pulmonar.
Y.enterocolitica es una causa frecuente de enterocolitis en Escandinavia y en otros países de Europa, así como en las zonas frías de Norteamérica. En EE. UU. se registra aproximadamente una infección confirmada mediante cultivos por cada 100.000 habitantes y año, y el 90% de las infecciones se asocia al consumo de carne, leche o agua contaminada. La mayoría de los estudios muestran que estas infecciones son más frecuentes durante los meses fríos. La virulencia de este microorganismo se asocia a ciertos serogrupos específicos. Los serogrupos que se encuentran con mayor frecuencia en Europa, África, Japón y Canadá son O3 y O9. El serogrupo O8 se ha identificado en EE. UU. Y. pseudotuberculosis es una causa relativamente rara de enfermedad en el ser humano.

Enfermedades clínicas (v. caso clínico 4)
Las dos manifestaciones clínicas de la infección por Y. pestis son la peste bubónica y la peste neumónica. La peste bubónica se caracteriza por un período de incubación no superior a 7 días desde que la persona ha sido picada por una pulga infectada. Los pacientes presentan fiebre alta y un bubón doloroso (adenopatía inflamatoria) en la ingle o en la axila. La bacteriemia se desarrolla rápidamente en ausencia de tratamiento, y hasta un 75% de los afectados fallece. El período de incubación (2 o 3 días) es más corto en los pacientes con peste neumónica. Inicialmente, estos pacientes presentan fiebre y malestar general, y los síntomas pulmonares debutan en el plazo de 1 día. Estos pacientes presentan elevada infectividad; la transmisión de una persona a otra ocurre por medio de partículas aerosolizadas. La tasa de mortalidad de los pacientes con peste neumónica no tratada supera el 90%.
Aproximadamente dos tercios de las infecciones por Y. enterocolitica originan enterocolitis, como su propio nombre indica. La gastroenteritis se asocia de forma característica a la ingestión de alimentos o agua contaminados. Después de un período de incubación comprendido entre 1 y 10 días (media, de 4 a 6 días), el afectado desarrolla una entidad que se caracteriza por la presencia de diarrea, fiebre y dolor abdominal, y que puede durar hasta 1 o 2 semanas. Se puede desarrollar una forma crónica de la enfermedad que llega a persistir a lo largo de varios meses. La enfermedad afecta al íleon terminal y puede parecer una apendicitis aguda en caso de afectación de los ganglios linfáticos mesentéricos. La infección por Y. enterocolitica es más frecuente en niños, siendo la seudoapendicitis un problema particular de este grupo de edad. Y. pseudotuberculosis puede producir también una enfermedad entérica con idénticos rasgos clínicos. Otras manifestaciones que se ven en los adultos son la septicemia, la artritis, los abscesos intraabdominales, la hepatitis y la osteomielitis.
En 1987 se describió por primera vez la producción de bacteriemia postransfusionaly shock endotóxico por Y. enterocolitica. Debido a que los microorganismos de Yersinia pueden desarrollarse a 4 °C, estos microorganismos se pueden multiplicar hasta alcanzar elevadas concentraciones en los productos sanguíneos ricos en nutrientes que se almacenan en el refrigerador.

Caso clínico 4. Peste humana en EE. UU.
En 2006 se notificaron 13 casos de peste humana en total en EE. UU., siete en Nuevo México, tres en Colorado, dos en California y uno en Texas (Morb Mortal Wkly Rev [MMWR] 55:940-943, 2006). A continuación se describe el caso de un varón de 30 años con la presentación clásica de la peste bubónica. El 9 de julio este varón acudió a su hospital de zona por fiebre de 3 días de evolución, con náuseas, vómitos y adenopatías inguinales derechas. Recibió el alta sin tratamiento y a los 3 días regresó al hospital, donde fue ingresado con sepsis e infiltrados pulmonares bilaterales. Se le puso en aislamiento respiratorio y recibió tratamiento con gentamicina, a la cual respondió. Los hemocultivos y el cultivo de los ganglios aumentados de tamaño fueron positivos para Yersinia pestis. La bacteria también se recuperó en pulgas recogidas cerca del domicilio del paciente. Los reservorios típicos de la peste selvática son los mamíferos pequeños y los vectores son las pulgas. Cuando los mamíferos fallecen, las pulgas buscan anfitriones humanos. En este ejemplo se publicaron un total de cinco casos de peste humana en el condado durante un período de 1 año.


Otras enterobacterias
Klebsiella
Las bacterias pertenecientes al género Klebsiella poseen una cápsula prominente que confiere el aspecto mucoide a las colonias aisladas y la mayor virulencia de los microorganismos in vivo. Los miembros de este género que se aíslan con mayor frecuencia son Klebsiella pneumoniae y Klebsiella oxytoca, los cuales pueden producir una neumonía lobular primaria adquirida en la comunidad. Las neumonías por las distintas especies de Klebsiella con llevan generalmente la destrucción necrótica de los espacios alveolares, la formación de cavidades y la producción de esputos hemoptísicos. Estas bacterias producen también infecciones de heridas, de tejidos blandos y del aparato urinario.
El microorganismo conocido anteriormente como Donovania granulomatisy, después, Calymmatobacterium granulo-matisse ha clasificado de nuevo como Klebsiella granulomatis.  K. granulomatis constituye el agente etiológico del granuloma inguinal, una enfermedad granulomatosa que afecta a los genitales y al área inguinal (v. figuras 30–5 y 30–6).
Por desgracia, esta enfermedad se denomina con frecuencia donovanosis en referencia al origen histórico del nombre del género.
El granuloma inguinal es una enfermedad rara en EE. UU., pero constituye una entidad endémica en algunas zonas de Nueva Guinea, el Caribe, Sudamérica, India, la región meridional de África, Vietnam y Australia. Se puede transmitir después de repetidas exposiciones en las relaciones sexuales, o mediante un traumatismo no sexual en los genitales. Después de una incubación prolongada de semanas o meses, aparecen nódulos subcutáneos en los genitales o en la región inguinal. Los nódulos posteriormente se rompen, mostrando una o varias lesiones granulomatosas indoloras que se pueden extender y coalescer.
Otras dos especies de Klebsiella con importancia clínica son Klebsiella rhinoscleromatis, que ocasiona una enfermedad granulomatosa de la nariz, y Klebsiella ozaenae, causante de la rinitis crónica atrófica. Ambos cuadros son relativamente infrecuentes en EE. UU.

Proteus
La infección del aparato urinario por Proteus mirabilis es la enfermedad más frecuente causada por este género. P. mirabilis produce grandes cantidades de ureasa, que escinde la urea en dióxido de carbono y amonio. Este proceso eleva el pH urinario, precipitan el magnesio y el calcio en forma de cristales de estruvita y apatita, respectivamente, y dan lugar a la formación de cálculos renales. El aumento de la alcalinidad de la orina también resulta tóxico para el urotelio. Proteus produce también hasta seis tipos distintos de fimbrias, algunas de las cuales son importantes para su adherencia al urotelio.

Enterobacter, Citrobacter, Morganella, Serratia
Las infecciones primarias producidas por Enterobacter, Citrobacter, Morganella o Serratia son infrecuentes en sujetos inmunocompetentes. Con mayor frecuencia son responsables de infecciones nosocomiales en neonatos y en pacientes inmunodeprimidos. Por ejemplo, se ha observado que Citrobacter koseritiende a producir meningitis y abscesos cerebrales en neonatos. La antibioterapia frente a la infección por estos géneros puede carecer de eficacia como consecuencia de la frecuente resistencia a múltiples antibióticos por parte de los microorganismos. La resistencia es un problema especialmente grave en las especies de Enterobacter.
Diagnóstico de laboratorio
Cultivo
Los miembros de la familia Enterobacteriaceae crecen fácilmente en los medios de cultivo. Las muestras de materiales generalmente estériles, como el líquido cefalorraquídeo o un tejido que se obtiene durante la cirugía, se pueden inocular en medios de agar sangre no selectivos. Los medios selectivos (p. ej., agar de MacConkey, agar eosina-azul de metileno [EMB]) se usan para el cultivo de muestras que suelen estar contaminadas por otros microorganismos (p. ej., esputo, heces). El uso de estos medios selectivos diferenciales permite separar las enterobacterias que fermentan la lactosa de las cepas que no la fermentan, con lo que proporcionan información que puede ser valiosa para iniciar el tratamiento antimicrobiano empírico. El diagnóstico de las cepas de E. coli responsables de la gastroenteritis se suele realizar en laboratorios de referencia. La excepción a esta norma es la detección de ECEH.
Se han empleado dos abordajes: cultivo y detección de toxinas. A diferencia de la mayor parte de E. coli, muchas cepas de ECEH no fermentan el sorbitol. Por eso, el agar de MacConkey con sorbitol (S-MAC) se ha empleado para la detección selectiva en las heces de bacterias gramnegativas negativas para sorbitol (colonias incoloras), que posteriormente se analizan mediante pruebas de serogrupo y bioquímicas como E. coli O157, el serotipo más frecuente de ECEH. La limitación de este abordaje es que algunas cepas de O157 y muchos otros serotipos de ECEH fermentan el sorbitol y podrían pasar desaparecibidos con este tipo de detección selectiva. El método preferido para la detección de ECEH es cultivar las muestras de heces en agar de MacConkey no selectivo y después valorar las colonias aisladas para detectar la producción de toxina con las pruebas comercializadas. Por desgracia, se trata de una técnica lenta y laboriosa. Son útiles los medios muy selectivos o los medios específicos para un microorganismo en la recuperación de microorganismos como Salmonella o Shigella a partir de muestras de heces, en las que la abundancia de la microflora normal puede ensombrecer la presencia de estos microorganismos patógenos.
El aislamiento de Y. enterocolitica resulta complicado debido a que este microorganismo crece lentamente a la temperatura habitual de incubación y prefiere temperaturas más bajas, a las que es más activo metabólicamente. Sin embargo, los laboratorios clínicos se han aprovechado de esta propiedad para mezclar las muestras de heces con solución salina y posteriormente almacenar la muestra a 4 °C durante 2 semanas o más antes de subcultivarla en un medio de agar. Este enriquecimiento en frío permite el crecimiento de Yersinia, pero inhibe o destruye otros microorganismos presentes en la muestra. Aunque el uso del método del enriquecimiento en frío no es útil en el manejo inicial de un paciente con gastroenteritis por Yersinia, ha permitido esclarecer la función de este microorganismo en la enfermedad intestinal crónica.

Identificación bioquímica
Hay muchas especies diferentes dentro de la familia Enterobacteriaceae. Las citas bibliográficas incluidas al final de este capítulo proporcionan información adicional de su identificación bioquímica. Los sistemas de pruebas bioquímicas se han vuelto cada vez más sofisticados, y en la actualidad práticamente todos los miembros de la familia se pueden identificar de forma precisa en un plazo inferior a 24 horas mediante alguno de los sistemas de identificación comercializados actualmente. Se emplea la secuenciación de los genes específicos de cada especie para identificar las menos frecuentes.
Clasificación serológica
El análisis serológico es muy útil para determinar la significación clínica de una cepa (p. ej., la determinación del serotipo de las cepas patógenas, como E. coliO157 o Y.enterocoliti-caO8) y para clasificar las cepas con fines epidemiológicos. Sin embargo, la utilidad de este procedimiento está limitada por las reacciones cruzadas con enterobacterias antigénicamente relacionadas y con microorganismos de otras familias bacterianas.

Tratamiento, prevención y control
El tratamiento antibiótico de las infecciones por Enterobacteriaceae se debe basar en las pruebas de sensibilidad in vitro y en la experiencia clínica. Mientras algunos microorganismos como E. coliy P. mirabilisson sensibles a muchos antibióticos, otros pueden ser muy resistentes. Además, los microorganismos sensibles que son expuestos a concentraciones infraterapéuticas de antibióticos en un medio hospitalario pueden desarrollar resistencias rápidamente. En general, la resistencia a antibióticos es más frecuente en las infecciones nosocomiales que en las infecciones que se adquieren en la comunidad. No se recomienda el tratamiento antibiótico frente a algunas infecciones. Por ejemplo, generalmente se recomienda tratamiento sintomático, pero no antibiótico, en los pacientes con gastroenteritis por E. coli enterohemorrágica o Salmonella, ya que los antibióticos pueden prolongar el estado de portador fecal o aumentar el riesgo de complicaciones secundarias (p. ej., SHU con infecciones ECEH en niños) en esta población. Se recomienda administrar tratamiento frente a las infecciones por S. typhi u otras infecciones sistémicas por Salmonella; no obstante, la tendencia al aumento de la resistencia a antibióticos como las fluoroquinolonas ha complicado el tratamiento.
Es difícil prevenir las infecciones por enterobacterias debido a que estos microorganismos constituyen un elemento fundamental de la microflora endógena. Sin embargo, se pueden evitar algunos factores de riesgo para estas infecciones, como el uso indiscriminado de antibióticos que pueda dar lugar a la selección de bacterias resistentes, la realización de intervenciones que ocasionen traumatismos en las barreras mucosas sin cobertura antibiótica apropiada y la utilización de sondas urinarias. No obstante, muchos de estos factores están presentes en los pacientes que tienen alto riesgo de infección (p. ej., pacientes inmunodeprimidos que permanecen ingresados durante períodos prolongados).
La infección exógena por enterobacterias es teóricamente más fácil de controlar. Por ejemplo, el origen de las infecciones por microorganismos como Salmonella es bien conocido.
Sin embargo, estas bacterias son ubicuas en las aves y en los huevos. A no ser que se tenga cuidado en la preparación y en la refrigeración de estos alimentos, poco se puede hacer para controlar estas infecciones. Los microorganismos de Shigella se transmiten fundamentalmente entre los niños pequeños, pero es difícil interrumpir la transmisión feco-mano-oral responsable de la diseminación de la infección en esta población. Los brotes de estas infecciones sólo se pueden prevenir y controlar de manera eficaz a través de la educación y la introducción de medidas eficaces para el control de la infección (p. ej., lavado de manos y destrucción correcta de la ropa de cama y los pañales infectados) en los lugares donde suelen ocurrir estas infecciones.

No se dispone ya de ninguna vacuna frente a Y. pestis, aunque es probable que esta situación se modifique debido a su posible utilización en acciones de terrorismo biológico. Se comercializan dos vacunas frente a S. typhi, una vacuna atenuada oral y una vacuna basada en el polisacárido capsular Vi. Ambas vacunas confieren protección a una proporción de receptores comprendida entre el 50% y el 80%, se administran en forma de varias dosis y requieren vacunaciones de refuerzo debido a que la inmunidad obtenida es de vida corta. Se remite al lector interesado en las recomendaciones actuales a la página web de los CDC (www.cdc.gov).

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